La trayectoria de Josué se ha caracterizado desde sus inicios por una visión atenta y global hacia todas las manifestaciones humanas. Como músico siempre ha sentido una fascinación por la búsqueda de nuevas influencias sonoras, pero, a diferencia de de muchos de sus colegas, para Josué el amplio espectro cultural debe ser sentido, transmitido, vivido y no ser solamente objeto de estudio para musicólogos y expertos. Este espíritu de búsqueda lo llevó a recorrer prácticamente todos los países de Latinoamérica, estudiando y absorbiendo ritmos, culturas he influencias que posteriormente definirían su estilo musical, trayendo a México la semilla de su propuesta artística: El NEO-SON. Como él mismo lo explica, Neo-Son es simplemente una palabra para denominar el gran mosaico musical latente en nuestras culturas pero que todavía se encuentra en etapa de desarrollo unitario y homogenizante. Este work in progress no es un movimiento individual ni una manifestación efímera producto de la moda, sino una condenzación musical, artística y humana cuyos exponentes -sin importar su medio de expresión- traten de unir el ámbito estético con el ámbito cultural y social; una especie de "wiki-moviento": proceso abierto a cualquier colaboración que enriquezca la idea original. Reminiscente al ideal antropófago en Brasil. El Neo-Son tuvo una génesis particularmente musical, basada, por una parte, en el desacuerdo y la incomodidad producida por la carencia de una identidad generacional en nuestro país en la segunda mitad del siglo XX y, por otra parte, en la experiencia personal de Josué siendo testigo de los grandes movimientos artísticos de países como Brasil, Colombia, Perú y Argentina, cuya música e identidad han ejercido una influencia importante en su desarrollo creativo. Proponentes como Josué no sólo se dan cuenta de esta carencia y sus consecuencias, sino que además descubren la raíz misma del problema y sugieren un recuento detallado, un análisis sociológico a fondo y, sobretodo, una posible solución.